jueves, 3 de noviembre de 2011

Caza con reclamos

Es realmente una pasión por las aves lo que sienten las personas que utilizan reclamos vivos para atraer a sus congéneres. Con los reclamos vivos no se consiguen grandes perchas, pero sí los suficientes especímenes como para apagar la afición, a la vez que compensa el mantener durante todo el año unos animales que llegan a formar parte de tu vida, como un perro o un gato, ya que los cuidas casi a diario.
Los cazadores que utilizan animales vivos para la caza tienen otra sensibilidad hacia los mismos, puesto que incluso llegan a ponerle nombre a cada uno de ellos, y hay que ver de qué manera conocen a sus dueños.
Que nadie piense que sólo tienes que poner un pájaro y ya te vas a hinchar de tirar tiros. Los cazadores expertos saben que no hay que quemar un buen comedero o paso, y nunca tirar al dormidero. Yo personalmente empleo tres o cuatro horas al día en la caza con cimbel, alternando los distintos sitios que utilizo y los puestos de paso sólo de mañana y hasta el 15 de Noviembre. Con esta medida no agoto ni escarmiento a los animales. Tomo el cupo que yo me he impuesto, las piezas que voy a consumir, y hasta otro día. Así toda la temporada desde hace treinta años. Luego cazo un rato a la perdiz o al conejo, o al zorzal, o a la becada, o visito a las acuáticas, según la climatología.
Los cazadores que utilizan animales vivos para la caza tienen otra sensibilidad hacia los mismos, puesto que incluso llegan a ponerle nombre a cada uno de ellos, y hay que ver de qué manera conocen a sus dueños. Llevo cazando con reclamo toda mi vida, tanto bucales como con señuelos vivos. Me llena, me apasiona, y encuentro un placer en el manejo de los animales vivos. Siento la necesidad de cogerlos, de tocarlos. Es la caza del engaño, de la astucia, del estudio, de la observación, de la ocultación, del mimetismo, la paciencia, de los enfados —cuando el reclamo cumple y tú fallas el tiro o el animal que viene al engaño te descubre—. En ocasiones no ves ni oyes al ave que viene al reclamo, y es el señuelo el que te avisa —ahora estoy pensando en la caza nocturna de patos en luna llena—. Sencillamente, es muy emocionante.
No todos los reclamos sirven por un igual. Los hay muy fieles y seguros, otros no tanto, por lo que una vez probados se suelen dejar en libertad, puesto que pueden provocar un efecto contrario al deseado. Siempre he tenido en casa pájaros principalmente fringílidos, perdices, zorzales y mirlos. No me han gustado nunca los canarios ni los pájaros tropicales. Heredé esta pasión por los pájaros gracias a mi abuelo, buena persona y gran cazador de menor, allá por las tierras del Maestrazgo (Castellón). Que aunque no sabía ni leer ni escribir —y lo digo con orgullo— tenía matricula de honor en gestión y aprovechamiento de la naturaleza. Me enseñó todas las artes de aquel tiempo, hoy prohibidas por ley, pero me he quedado con las que te ofrecen una captura y suelta sin ocasionar ningún problema al animal. También me enseñó todas las técnicas de atracción, así como diversos reclamos-canto para atraer a los animales. Con los años he ido perfeccionando los sonidos y actualmente imito más de veinte reclamos diferentes, con la boca, sin necesidad de ningún tipo de artilugio. Es sencillo, solo se necesita oído, afición, voluntad y muchas horas de práctica.
Los cimbeles que comúnmente utilizo son la paloma, el zorzal, el ánade, fringílidos y la urraca. La perdiz sólo como filmación o, sencillamente, la observación del comportamiento animal. También la chilla para el zorro es apasionante. Cuando tienes a tu cargo un buen reclamo lo cuidas como oro en paño, como si del mejor perro de caza se tratase, con una alimentación esmerada, casi de capricho —tengo dos urracas a las que les gusta mucho el jamón de York, por aquello de que necesitan proteína—, y cuando lo pierdes lo pasas mal. Si no que se lo digan a los pajariteros y cuquilleros, ese perdigacho, subido con paciencia desde pollito, al que se le ha alimentado de mil maneras, consiguiendo insectos cuando no hay o vegetales parando aquí y allí, junto a la carretera o camino, porque en el campo el herbicida ha actuado y está arrasado de vegetales.
La caza a la espera o aguardo, en la modalidad que sea, te ofrece un abanico de diferentes posibilidades de observación. Así, contemplas la diferente fauna viva que pasa a tu alrededor, como mamíferos, aves e insectos. La climatología es cambiante, las nubes, el cielo, el viento, y se suceden lances inesperados y a veces muy sorprendentes. Los más frecuentes, cuando cazas palomas con cimbel. En mis treinta años empleando este tipo de caza que me han visitado, creo, todo tipo de rapaces. Y es verdaderamente un espectáculo cuando el azor o el halcón te hacen un barrido al cimbel. De que manera queda sorprendido el animal predador cuando observa que su presa no sale disparada para cogerla en vuelo. En una ocasión estaba filmando el canto de la perdiz macho, y por el rabillo del ojo vi como se acercaba don «Maese el zorro». Pero el puñetero creo que me venteó, y a escasos metros del reclamo salió raudo y sigiloso por donde había venido. Cazando patos en el Delta del Ebro, en varias ocasiones se han tirado los patos entre los cimbeles o a escasos metros de mí, sin darme la oportunidad de coger la escopeta o disparar. Pero el lance igual vale la pena y te queda en la memoria para siempre. Cuando cazas urracas, por ejemplo conseguirás en una zona tres o cuatro, del grupo matriarcal que lo formen, pero al rato tienes que irte a la otra punta del coto porque hasta pasados varios días, o un mes, no pillarás ninguna. Vienen pero saben guardar las distancias del plomeo, ¡no son nadie!
Hay muchos trucos para cazar con señuelos vivos, cada pájaro tiene los suyos, pero no son fáciles de enumerar, por lo que cada cazador los descubre poco a poco con el tiempo y se los guarda para sí. Es lógico. Es el fruto del esfuerzo, de la observación y de la tenacidad en el estudio. Y ya se sabe: «cada maestrillo tiene su librillo», por lo que no lo soplará porque sí.

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